CONVOCATORIA 25 DE NOVIEMBRE DE 2007: Día Internacional Contra la Violencia contra la Mujer


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El 25 de noviembre de 2008, último domingo de mes
En la Plaza Mayor (junto al caballo), a las 12 horas
Mujeres de Negro contra la guerra - Madrid
Invitan
a una concentración de negro y en silencio.

En el DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Para que nuestro cuerpo deje de ser un campo de batalla


MUJERES DE NEGRO CONTRA LA GUERRA DE MADRID decimos que: el militarismo y el patriarcado se alimentan mutuamente, reforzando los valores que se asignan a lo masculino y otorgándoles la primacía sobre lo femenino; y que debemos empezar a buscar soluciones para que nuestro cuerpo deje de ser ese campo de batalla

Expulsemos la guerra y la violencia
de la historia
y de nuestras vidas

C/ San Cosme y San Damián, Nº 24, 2º
28012 – Madrid

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PARA QUE NUESTRO CUERPO DEJE DE SER UN CAMPO DE BATALLA

En la conmemoración del día de la Noviolencia,

25 noviembre de 2007, Día Internacional contra la violencia ejercida hacia las Mujeres. Este 25 de Noviembre de 2007, Mujeres de Negro contra la Guerra de Madrid, salimos a la calle contra la violencia ejercida hacia nosotras, las mujeres, llevada a cabo por las propias parejas, ex-parejas y, en definitiva, por la sociedad patriarcal en que vivimos.

Recogiendo la palabra escrita de Carla Rice en “Mi cuerpo es un campo de batalla” nos reconocemos en estas violencias y sabemos que nuestros cuerpos y el de nuestras compañeras son auténticos campos de batalla:

Nuestros sentimientos colectivos de repulsión, de vergüenza, y de alienación, son las consecuencias de una guerra- un conflicto llevado a cabo en el territorio de nuestros cuerpos. Ese conflicto, que se despliega en el terreno de lo que nos define como mujeres, se desarrolla, a través de la regulación, el control, la supresión y la ocupación de prácticamente todos los aspectos de nuestro ser físico- sexualidad, vestimenta, apariencia, comportamiento, fuerza, salud, reproducción, silueta, tamaño, expresión y movimiento. Los efectos de esa guerra sobre nuestros cuerpos, nuestros pensamientos y nuestros estados de ánimo son similares a los efectos de la violencia sobre el terreno de cualquier otra guerra –sufrimiento, caos, hambruna, mutilación, devastación e incluso muerte”.

Pensad en la cantidad de mujeres que a diario viven bajo la opresión y la violencia, en aquellas que son aplastadas con el peso de la vergüenza y el desprecio, en aquellas que no pueden vivir libre y plenamente en los límites de su piel, en aquellas que se hallan alienadas de su propio cuerpo y viven como si estuvieran fuera de él”.

Esta similitud, como vemos, no es casual. La construcción de la masculinidad actual tiene todo que ver con la construcción de las guerras, ya que militarismo y patriarcado se alimentan mutuamente, reforzando los valores que se asignan a lo masculino y otorgándoles la primacía sobre lo femenino.

Si echamos un vistazo a la lógica militarista veremos que sus pilares fundamentales se basan en el mantenimiento de las desigualdades (necesario para ejercer el poder sobre otr*s), la exaltación de la fuerza, la jerarquía incuestionable, la sumisión, la utilización de la violencia cómo única vía para resolver los conflictos.

El modelo de “guerrero” es el modelo masculino alimentado por el patriarcado: agresivo, violento, que no se deja dominar por los sentimientos, dominador y, por supuesto, vencedor a toda costa. La presión que ejercen los hombres sobre sus iguales, otros hombres, para que no se salgan de las características establecidas, les lleva a ridiculizar, rechazar y castigar a quienes lo intentan.

El cuerpo de la mujer es arrasado, ya sea para someterlo y acumularlo junto a otras posesiones, ya sea para arrebatárselo al “enemigo”. La violencia contra las mujeres es violencia de guerra, y debemos empezar a buscar soluciones para que nuestro cuerpo deje de ser ese campo de batalla.

... Si cada una de nosotras pudiera construir sus propios recursos, aprender a tener confianza en su espíritu creativo y expresivo, y desarrollar la capacidad de apoyarnos y de respetarnos a pesar de nuestras diferencias, podríamos hallar nuestro poder colectivamente. Rechazando la visión dominante, luchando por liberarnos de la ocupación, encontrando el valor de contar nuestras vivencias de traumatismos y opresión profundamente escondidos en nuestros cuerpos, manteniendo la confianza en nuestras fuerzas individuales y nuestro potencial, reavivando la esperanza de otro posible, y aprendiendo de nuevo a soñar nuestros sueños desterrados: tantas maneras de reconquistar un territorio perdido, una historia perdida, una memoria perdida, una humanidad perdida –maneras de retomar lo que nos han quitado”. Carla Rise

Madrid, 25 de noviembre de 2007

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En la Plaza Mayor, primera convocatoria