NATALIA ESTEMIROVA. por JASMINA TESANOVIC
Natalia Estemirova, por Jasmina Tesanovic
El 15 de julio Natalia Estemirova, de 50 años, fue secuestrada y asesinada por asaltantes desconocidos en Grozny, la capital de Chechenia. Madre de una hija, trabajaba para la organización de derechos humanos Memorial y era una amiga cercana de la periodista Ana Politkovskaya, también asesinada en 2006.
Una activista de derechos humanos es asesinada como un perro, ejecutada, tirada y humillada a los ojos de un millón de personas que saben que lo que estaba diciendo era la verdad, lo correcto, lo honesto y apropiado.
Porque, lo estamos viendo ciertamente, TODOS NOSOTROS DEBEMOS SABER ESTO. La gente mala y buena sabe que Natalia estaba diciendo la verdad, en Rusia, en Chechenia, en los Estados Unidos, en Europa. Y sin embargo todos nos quedamos callados frente a su muerte. Muchos de nosotros vuelven la cabeza hacia otro lado, como si no fuera asunto nuestro, como si fuera inevitable, como si fuera el mundo de otra persona.
A veces los presidentes dicen: debe abrirse una investigación seria en este caso. La violencia contra los periodistas no está permitida. ¿Qué otra cosa pueden decir? Hoy, cuando las palabras no significan nada comparadas con la escalada de violencia, con la aniquilación humana.
¿Dónde están las estrellas de cine, esas celebridades que adoptan niños pobres, cantan canciones en los desiertos, se lucen en todos los escenarios políticamente correctos? ¿Por qué las superestrellas por una vez no alzan sus voces y protegen a UN/UNA pacífica activista de los derechos humanos - quien en su vida ha hecho más que toda la constelación de estrellas brillando desde su cielo sobre los pobres globales?
Dónde está la solidaridad, la cultura cotidiana nuestra, la de los seres humanos normales, que sabemos que la libertad para portarse de manera humana, con todos los derechos humanos de habeus corpus, es desafiada cada día en las calles, en los lugares de trabajo -no sólo en las guerras, en los campos de batalla, en las fosas comunes? Por qué en ninguna ciudad la gente ha acudido en masa a los parques como lo hizo por la muerte de Michel Jackson o cualquier otro ídolo de los medias. ¿Nos hemos vuelto tan estúpidos y ciegos como para permitir los asesinatos como parte de nuestra vida cotidiana? ¿Es ésta nuestra normalidad de hoy día? y si lo es, ¿cuál es nuestro futuro?
Cuando oigo hablar a Natalia, no tengo que salvar malentendidos culturales, raciales o de lenguaje. Sé exactamente lo que está diciendo y a quien está interpelando. Nos está diciendo justo lo mismo que Ana Politkovskaya y much@s otr@s activistas de derechos humanos que vivamos en la verdad, que nos unamos y defendamos el denominador común de los derechos humanos básicos. No necesitamos ser rusos o hablar ruso para entender que todos estamos en el mismo barco.
El abuso contra los civiles por un estado armado en la sombra dentro del Estado está ocurriendo en todas partes. Los regímenes democráticos han abandonado el control del Estado sobre su maquinaria militar; los modernos pistoleros son privatizados, extraterritoriales, clandestinos y no reconocidos. Las mejores voces, las mejores acciones no llegan de los políticos sino de activistas, periodistas y abogados incansables. Son nuestras Hipatias del siglo veintiuno: las voces de la razón y la ciencia. No son gurus, no son visionarios, no son líderes, no son estrellas. Resisten testimoniando con sus vidas y escribiendo lo que saben de primera mano. Debemos ser claros y honestos acerca de lo que significa para todos nosotros que asesinos quemen sus libros y sus cuerpos, como brujas, como testimonios de verdades incómodas.
Traducción del inglés: Y.R. Mujeres de Negro
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